sábado, 14 de noviembre de 2009

TODO SUCEDE AL ESCRIBIR

La aridez es un espacio vacío donde las palabras ya no cuentan. El blanco ¿es acaso un color? Los oídos se agrandan pretendiendo oir. Quedan tensos en posición de escucha. Y sólo se oye el sonido de las caracolas...

Anoche soñé un sueño que no recuerdo. Eso sí, era acogedor como todos mis sueños. A pesar de que en ellos me desgarren la carne, jamás siento dolor como el que me sucede en la vigilia...

Hoy quería estar acompañado, compartir el mar que nubla constantemente mis ojos y nadar hacia ese puerto donde alguien construyó un embarcadero de algodón y leche, crema y azucenas...

¿Existe alguna regla para escribir poesía? ¿Hay palabras o gestos que no sólo no riman sino que destruyen el ritmo, más aún, el progresivo encadenamiento sutil de los conceptos?

La arena siempre tiene el mismo color. La luz no modifica el tamaño de sus granos. El viento la adormece y la despierta, depende de la dirección que lleve, al igual que mis deseos...

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